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Han distorsionado mi imagen: López Obrador en Washington con discurso sobrio

Publicado: octubre 12, 2011
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60Segundos -12 Oct 2011 Lopez Obrador estuvo en Washington, impecable y conciliador by radionautas

WASHINGTON (CNNMéxico) — Andrés Manuel López Obrador no se parece al hombre que en cada paso levantaba una estela de provocaciones y polémicas desde hace, al menos, seis años. Este martes, por primera vez llegó a la capital de los Estados Unidos para presentar públicamente su proyecto político y lo hizo con un estilo impecable: traje gris, modales de diplomático y lenguaje conciliador.

Durante el discurso ofrecido en el Centro Woodrow Wilson, un think tank que frecuentemente tiene en su agenda temas de política mexicana, López Obrador citó al presidente Franklin Delano Roosevelt y habló de la relación cordial con los Estados Unidos. Dijo que en los últimos años mantuvo un diálogo constante con todos los embajadores de Estados Unidos en México, a excepción de Carlos Pascual, a quien nunca pudo ver.

«Ya envié un mensaje al nuevo embajador y espero verlo pronto entregando cheques para el desarrollo. Con Estados Unidos no tengo ningún problema”, dijo en el centro de una nube de reporteros, cámaras televisivas y jóvenes mexicanos expatriados que vinieron a pedirle una foto, un autógrafo.

“Lo veo más en el centro político”, le comenta un periodista.

«No soy como me pintan», responde López Obrador casi por instinto, y sus dientes brillan detrás de una sonrisa. “Han distorsionado mi imagen quienes me ven con malos ojos, porque no les conviene que exprese la realidad del país. Me han creado una leyenda negra”.

México en los ojos de López Obrador, a cinco años del ascenso de Felipe Calderón, se define:

“¿Quién soy? Soy un mexicano que como muchos desea un cambio. No quiero violencia y esto no es un discurso. No nos pueden acusar de ser violentos. Nos robaron la presidencia y no se rompió un vidrio”.

Dice que su divisa en estos años ha sido el cambio por la vía pacífica.

El discurso de López Obrador parecía una pieza construida con un cuidado artesanal. «La nuestra es una relación compleja, con periodos de comprensión y entendimiento», saludó López Obrador al público, de pie ante un atril de madera. A sus espaldas se alzaba una bandera de los Estados Unidos. La sala estaba llena. Había jóvenes estudiantes de medicina, política y economía llegados de México hace algunos años.

Hablaba con los brazos sobre el atril, nunca levantó la voz ni lanzó ninguna declaración polémica, como era frecuente durante su campaña política por la presidencia, en el año 2000. Ni siquiera cuando desde el público alguien le preguntó: “¿Si llega a la presidencia llevaría a Calderón ante las cortes internacionales para que se le juzgue por la muerte de 40,000 mexicanos?».

Un aplauso invadió la sala y después se hizo un silencio que con el López Obrador conciliador: “Buscamos justicia, no venganza. Queremos ver hacia adelante. No nos mueve el odio y el rencor”.

Y luego, como si quisiera evitar la menor duda: “Queremos crear condiciones distintas, llegar a un acuerdo con todos. No habrá persecución cuando triunfe nuestro movimiento. Pero ya no mandarán los que se dedican a saquear al país”.

López Obrador salió de la sala cubierto por un aplauso cálido. Al pie de las escaleras lo esperaban mexicoamericanos que luchan por los derechos humanos y otros que buscan la manera de impulsar a Morena, el movimiento que encabeza, desde los Estados Unidos.

En el pasillo, un periodista le preguntó cuáles son los principios de su política exterior. Sin pensarlo, dijo: “El respeto al derecho ajeno es la paz. Juárez supo defender la soberanía”.

Después, debajo de una escultura de papel que parecía una lluvia de confeti sobre su cabeza, López Obrador respondió otras preguntas. Dijo que no se opone a la legalización de las drogas, pero que habría que pensarlo, porque con seguridad los cárteles se desplazarían a otras actividades criminales.

Casi al final, un periodista provocó en el político una respuesta que recordó las confrontaciones políticas que ha encabezado los últimos años. “¿Peña Nieto? —alzó los hombros—. Su jefe de prensa es Salinas y su jefe de propaganda es Televisa”.

Las risas llenaron la sala. López Obrador movió los brazos en el aire y recuperó la compostura.

“Suerte a todos”, se alisó el traje y se despidió con una sonrisa de candidato en plaza llena.

En las secciones: México, Política
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